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martes, 20 de octubre de 2015

"De cómo los poderosos convierten a los seres humanos en mercancía peligrosa o el declive de la Humanidad"


Ayer no podía mirar el televisor, cuando daban las noticias, sin preguntarme cómo era posible que en pleno S. XXI se estuvieran produciendo tan tremendas atrocidades con seres humanos que huyen en busca de una nueva vida en la que no haya guerra.

No es algo nuevo pues llevan meses e incluso años, según  su lugar de origen, conviviendo con ruidos de morteros, lluvia de bombas, gritos desgarrados y ese pavor en el cuerpo que atenaza al más valiente.
Y no sé ustedes, pero yo no me acostumbro a ver esas duras imágenes de miles de personas vagando sin un rumbo fijo, siendo dirigidos campo a través por los policías ubicados de manera estratégica para que caminen por donde ellos les marcan quienes, agotados y ateridos por la lluvia y el frío, sólo piden un poco de compasión, alimentos, un techo donde guarecerse y que se les brinde asilo.

Son familias enteras hasta tres y cuatro generaciones completas que, con sus familiares dependientes en sillas de ruedas, con sus niños recién nacidos o incluso por nacer, emprendieron el éxodo con lo poco que podían llevar a cuestas pero con una misma esperanza: alcanzar la Europa rica y en ella crearse un futuro sencillo pero esperanzador, en el que los niños no vivan entre escombros, vayan tranquilos al colegio mientras sus padres trabajan  y los más mayores puedan, cuando les llegue su hora, descansar en paz.






Fotos Agencia EFE.



Este último verano veíamos cómo cada día iba en aumento el número de personas que esperaban la llegada de un tren durante horas para poder huir en él de la barbarie de las guerras; por entonces se comenzó a ver a esas personas como "un problema" al que había que dar solución. Hoy son ya 125.000 los emigrantes en tránsito por la zona de los Balcanes y ese problema se ha convertido en mercancía peligrosa de la que nadie quiere hacerse cargo.
Los líderes políticos del G8 se reunieron de manera informal para tratar de marcar una hoja de ruta y dieron como exclusiva que se volverían a reunir oficialmente para lograr una solución equitativa de cuotas, que para el 10 de octubre estaría solventado el tema. Estamos ya a día 20 y no se ha resuelto nada.

Pero no sólo los estadistas de los grandes países les conceptúan de esta manera, hasta el Arzobispo de Valencia les ve como "peligrosos invasores, donde no todo es trigo limpio." 




Antonio Cañizares, Arzobispo de Valencia.
(www.radical.es)


Por estas tiernas perlas que escupió Monseñor recibió tal lluvia de críticas que hubo de intentar rectificar sus declaraciones, queriendo desdecirse aludiendo que se le había mal interpretado y sacado frases fuera de contexto, lo que habitualmente suelen hacer la mayoría de los políticos cuando han metido la gamba e intentan no perder votantes; ambos, los unos y el otro, deberían saber a estas alturas que nos hallamos en la Era de la Hemeroteca y que todo, absolutamente todo lo que se dice, queda guardado en espera de que en momentos como éste se recurra a ellos para afear conductas y sonrojar al más pintado.

Y es llegado a este punto cuando me paro a reflexionar y no puedo si no sentir asco y vergüenza ajena de cómo algunos de mis congéneres actúan y reaccionan ante la triste y desoladora situación que están padeciendo estos miles de seres humanos, cuya única culpa es haber nacido en zonas menos afortunadas en las que en vez de resolver las discrepancias dialogando dejan que hablen las armas por ellos en una desenfrenada locura sin fin porque, en realidad, veladamente a nadie interesa que esas guerras tengan un punto y final, tanta es la ganancia que les proporciona la venta y tráfico de armamento que se llega a permitir que se pierdan miles de vidas como si éstas no tuviesen valor alguno.
Para mi, sin lugar a dudas, ésto sí que es un verdadero problema, pues supone algo tan importante como la involución o el declive de la Humanidad.

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